Marie Bashkirtseff y los Canrobert




Leila Flora McDonald, la mariscala; el mariscal François Certain de Canrobert y la hija de ambos, Claire Canrobert.

    El 4 de febrero de 1926, esto es más de cuarenta años después de la muerte de Marie Bashkirtseff, Albéric Cahuet le dedicaba a nuestra artista un artículo en el muy importante diario cultural parisino Comœdia. La nota en cuestión era un anticipo de su próximo libro, «Moussia et ses amis» (Moussia —que era uno de los sobrenombres rusos de Marie— y sus amigos) y presentaba allí la fotografía del cuadro El atelier de mujeres de la Academia Julian, de Bashkirtseff, aunque no sin incurrir en un espantoso resbalón: entre los personajes centrales de la pintura identificó a Marie Bashkirtseff y a Louise Breslau cuando en realidad se trataba de Madeleine Delsarte y de Alice Brisbane, dos de sus condiscípulas, tal como ya lo hemos visto en nuestro post acerca de Madeleine. Ésta reaccionó con una carta aclaratoria a través de la cual lamentaba con ironía que en el relato de Cahuet «compitiesen la fantasía con lo pintoresco». El 1° de marzo una respuesta del escritor habrá de reconocer el error. Del texto de esa enmienda nos interesa destacar el párrafo que sigue: «He realizado los preparativos documentales del capítulo relacionado con el atelier Julian en estrecha colaboración con tres antiguas alumnas de ese atelier: Louise-Catherine Breslau, Claire Canrobert, la hija del mariscal, hoy baronesa de Navacelle, la amiga más cercana de Marie Bashkirtseff en sus últimos años (y mademoiselle del Sarte no me contradecirá aquí) y, en fin, Alice Brisbane (actualmente Mrs Thursby)...»

Marie Bashkirtseff, El atelier de mujeres de la Academia Julian. Museo d'Orsay, París. En el centro, rodilla en tierra, Alice Brisbane; más atrás, de celeste, Madeleine Delsarte.

    ¿Quién había sido esta señora Claire Canrobert, baronesa de Navacelle, que cuatro décadas después —cuando Marie Bashkirtseff brillaba aún desde las páginas de su Diario— se atribuía la por demás destacable condición de amiga más cercana? 
    Claire Canrobert era la hija del mariscal y de la mariscala —en Francia ésa y otras consideraciones se transmiten de esposo a esposa— Canrobert.



    François Certain de Canrobert (1809-1895), hombre de armas, se había hecho un nombre al servicio de una Francia que en sus tiempos fue monárquica, republicana, imperial y nuevamente republicana. En tiempos de Marie Bashkirtseff el mariscal tenía setenta años largos y era una gloria del pasado imperial. Había alcanzado su dignidad, el grado más alto en la jerarquía militar, luego de una dilatada trayectoria en las armas francesas que comenzó en Argelia en 1835, cinco años después del comienzo de la conquista y colonización gala de África del norte. Canrobert había llegado a tierras argelinas con veintiséis años y allí habrá de fraguar su carrera a lo largo una década y media de innumerables batallas en las que hizo alarde de una destacada valentía. La Legión de honor, la más importante de la condecoraciones francesas, será el barómetro con el que podremos calibrar su heroísmo bajo el cielo de África: en 1937 la obtendrá en grado de Caballero, seis años más tarde será Oficial y en 1949 recibirá, en la categoría de Comandante, esta distinción que había sido creada por Napoleón Bonaparte y que aún existe hoy en día. 

François de Canrobert joven, en la época de su épica campaña africana con su medalla de la Legión de honor.

   Debemos destacar en este punto y para situar el panorama en perspectiva —y aquí nos basamos en la Wikipedia francesa—, que la epopeya gala en Argelia, que culminó con su conquista total, ha sido muy violenta y prolongada y trajo aparejadas entre 1830 y 1850 la desaparición de un tercio de la población argelina, víctima principalmente del hambre y de las razzias y masacres desatadas sobre la población civil. 
    En tiempos en que la civilización europea rasgaba sus vestiduras haciendo causa común contra el tráfico de esclavos, sus políticas coloniales provocaban en toda África la muerte de decenas de millones de hombres, mujeres y niños, en uno de los periodos mas infames de la historia de la humanidad cuyas secuelas se extienden hasta nuestros días, genocidio ruandés de por medio.

Horace Vernet, La toma de Constantina (1938), palacio de Versailles.

    Tras quince años de servicio en África, en 1950 el coronel Canrobert fue convocado a París por el entonces presidente de Francia, el príncipe Luis Napoleón Bonaparte y acto seguido es promovido a general de brigada. Al año siguiente, su brigada de infantería contribuirá al éxito del golpe de Estado que convertirá a Luis Napoleón en el emperador Napoleón III. En aquella ocasión, durante las consiguientes protestas populares, las tropas del general Canrobert dejarán centenares de muertos en las calles parisinas, entre manifestantes y simples curiosos, mujeres y niños incluidos.
    Ayudante de campo desde que Luis Napoleón era presidente, François de Canrobert será ascendido a general de división en 1853 y con ese grado participará en la guerra de Crimea como comandante en jefe. Intervendrá efectivamente en distintas batallas y, en 1854, luego de resultar herido en una de ellas es merecedor de una cuarta Legión de honor, Gran oficial. La quinta, la máxima de las distinciones, la Gran cruz, la obtendrá luego de la última batalla de la guerra, en la que también resultará herido.

Certificado de la Legión de Honor del mariscal François Certain de Canrobert.


El mariscal François Certain de Canrobert.

    En marzo de 1856 es investido Mariscal de Francia, la más alta distinción militar otorgada por el Estado francés.

    Se distinguirá tres años más tarde en la campaña de Italia, en la que las fuerzas francesas se opondrán a las del imperio autríaco. 

Flora MacDonald,
bisabuela de la mariscala.

    En 1863 se casará en París con una joven treinta años menor, nacida en la India e hija de un capitán inglés allí destinado, Leila Flora MacDonald (1838-1899), a quien el Diario de Marie Bashkirseff citará simplemente como la mariscala.
    Leila Flora MacDonald era bisnieta de una célebre heroína escocesa, Flora MacDonald (1722-1790, en la imagen, detalle de un cuadro de Allan Ramsay). 

Leila Flora MacDonald, la mariscala Canrobert. Marie Bashkirtseff la frecuentará durante sus dos últimos años de vida.

    Producto de esa unión, en 1865 nacerá Claire, a quien Marie Bashkirseff habrá de conocer en la Academia Julian y con quien entablará una estrecha relación. Su nombre completo será Eugénie-Angélique-Rose-Hélène-Claire-Lélia Certain de Canrobert. El matrimonio Canrobert tendrá asimismo otros dos hijos: Marcellin (1867-1921) y Louis (1872-1893), cuyos retratos Marie habrá de pintar, actualmente de localización desconocida.

    El mariscal Canrobert volverá a combatir más de una década después cuando se desate la guerra franco-prusiana de 1870. Ya sexagenario rechazará la comandancia pero participará en distintas batallas hasta que sus fuerzas resultan cercadas y termina prisionero. Fue liberado en 1871 y a partir de allí desempeñará distintos cargos militares para luego volcarse a la política. En 1873 fue elegido senador por el partido bonapartista, aquel en el que militará Paul de Cassagnac, y continuará en funciones hasta sus ochenta y cinco años, en 1894. Morirá en 1895.

El Mariscal François Certain de Canrobert. Fotografía de Nadal.

     Fue en 1883 cuando Marie Bashkirtseff conoció a Claire Canrobert, ésta tenía dieciocho años en tanto que aquella, veinticuatro. Con toda probabilidad habían coincidido en la Academia Julian donde Claire estudiaba y Marie asistía esporádicamente. A través de la joven condiscípula, Marie Bashkirtseff pudo conocer a toda la familia Canrobert, en primer lugar a la madre, la mariscala Canrobert, y sumar así un vínculo más con la aristocracia local, algo que tan preciado le resultaba a sus valoraciones. Marie, que siempre había amado el fausto y los lujos del mundo de abolengo, había padecido durante los primeros años en Francia un penoso aislamiento social. 
«La mariscala Canrobert vino con su hija (que estudia en la Academia Julian) a ver mi atelier, la pequeña Brisbane estaba con ellas.» (Sábado 3 de febrero de 1883) «Después de la visita de la mariscala Canrobert del sábado pasado a mi atelier, mamá le dejó sus tarjetas y ella vino hoy a hacerle una visita. Estoy encantada.» (Sábado 24 de febrero de 1883) «En fin, estoy llena de simpatía por esas gentes que halagan mi amor propio. Uno no puede menos que sentirse maravillada cuando los grandes nos hacen una acogida tan encantadora, lo reconozco… » (Miércoles 28 de febrero de 1883)
Claire Canrobert. Fotografía sin fecha.

    En poco tiempo una estrecha relación se entabla entre ambas familias. Claire Canrobert pasará muchas tardes pintando en casa de Marie y ésta en más de una ocasión habrá de permanecer algunos días en casa de los Canrobert, en el pueblo rural de Jouy en Josas, a veinte kilómetros de París.
«Fuimos a pasar el día en casa de los Canrobert. Mi tía, Dina, yo, el mariscal, la mariscala, Claire, Louis, que tiene once años, y el hermano de diecisiete que está de vacaciones. Son todos encantadores pero a las seis me sentí muy bien al regresar. Charlar y reír cansa cuando uno no está liberado de toda obligación…» (Domingo 26 de agosto de 1883)
Ayer y hoy del castillo Canrobert en Jouy en Josas.

    La relación mutua, sin embargo, no era del todo desinteresada. Marie, que había merecido una mención especial en el último Salon de París, esperaba poder asegurarse a través de las prominentes relaciones de la familia Canrobert, la tan esperada medalla el próximo año
«Puede destinarme algunas miserias para el próximo Salón. Por los Canrobert tengo a todo el jurado. Mathilde [Bonaparte] recibe a todos los grandes, que estarán dichosos de serle agradable. En fin, sería cosa del diablo terminar siendo desgraciada por ese lado ya que estaré rodeada de muy poderosas protecciones. Cosa que es necesaria en el momento de las recompensas del jurado. No me otorgará ningún éxito verdadero si es que no lo merezco, pero puede  darme una medalla. Y, en cuanto a las medallas, sólo se las obtiene con protecciones, lamentablemente. Incluso si el talento es real, es preciso contar con una ayuda. [Dos medias páginas arrancadas]. También, y sin talento, se llega a recompensas por protección, eso no es ni eficaz ni agradable. Pero, en fin, eso se ve todos los días. A Dios gracias, hay en mí suficiente buena madera para que un poco de… ayuda no sea más que un medio para ponerme en mi lugar. ¿Acaso Rafael no estuvo protegido desde los diez años por su tío, el Bramante? ¿Y Miguel Ángel… y todos los demás? Han sido rescatados de la nada por duquesas y papas que poseían la suficiente fineza como para distinguir los talentos.» (Domingo 26 de agosto de 1883)
    Como ya sabemos, en 1884 Marie Bashkirtseff presentó su obra más reconocida, Un meeting, pero se quedó con las manos vacías. Si es que se atrevió a pedirlo tal vez las relaciones de los Canrobert no eran tan buenas o probablemente el tráfico de influencias en el jurado del Salon de París no resultaba tan verdadero como aquella pensaba.

Marie Bashkirtseff, Un meeting. Museo d'Orsay, París.
 
 En cuanto al interés de los Canrobert, éstos deseaban que Marie les pinte un cuadro para el Salon... para ser firmado por Claire Canrobert. Claire, a todas luces, no destacaba por su talento pictórico.
«Bojidar va a hacer, ante mis ojos, un dibujo para el Salón. No es capaz. Le haré copiar uno de los míos para que pueda jurar que lo hizo él mismo, o bien se lo haré yo. Y Claire va hacer un cuadro: flores con una vieja vendedora. También será mío. Los dos me conocen lo suficiente como para saber que el secreto no saldrá de aquí. ¿Y por qué voy a ser tan buena? Porque… los Canrobert pueden serme útiles para el Salon… Citemos, a propósito de protecciones, esta admirable frase de monsieur Renan: "El mundo es tan débil de espíritu que hasta la cosa más pura tiene necesidad de la cooperación de un agente impuro para tener éxito".» (Lunes 17 de diciembre de 1883)
    En el tramo final de su vida, definitivamente para Marie todo esto resultó una mala inversión. 
«Estoy terminando el cuadro de la pequeña Canrobert. Estoy hasta la coronilla, ¡hasta la coronilla! Es como para trepar por las murallas. Lloro pintando esas odiosas flores. ¡Oh, cobardía! No es por amistad que cometo esta falsificación. Así sería excusable pero… Dicen, todo el mundo dice, que hay que remover para lograr medallas en el Salon. Pues bien, ahí tienen.» (Jueves 14 de febrero de 1884) «Lo que debía pasar, pasó. Sólo me quedan ocho días y el retrato no estará terminado. ¡Oh!, pero estoy tranquila. Es sólo que desde hace un año ya no puedo trabajar a causa de la pequeña Canrobert. Al principio todo marchaba todavía, ella trabajaba un poco pero, después de algunos meses, sólo se trata de conversaciones, risas, bromas, farsas, tés, pasteles, etc. Y yo me vuelvo loca. Los pilluelos me han llevado más tiempo de lo necesario pero entonces trabajaba afuera y esa horrible niña venía menos. Pero desde hace tres meses es la muerte. Su cuadro me costó mi retrato de Dina. Si todavía… Pero esa gente me fastidia y entonces me hace hacer mala pintura. Y tal vez para obtener una medalla hubiese bastado con estar tranquila y me la podría haber pasado sin ellos.» (Jueves 6 de marzo de 1884)
    Por aquella época Marie Bashkirtseff pintó un retrato de Claire Canrobert cuyo paradero se desconoce hoy en día, aunque sí existe una imagen en blanco y negro, grabado que ilustró el catálogo de la exposición póstuma de sus obras en 1885.
«No se imaginan esta locura. Me figuro que el retrato de Claire estará listo el sábado a las cuatro. Lo hago en el jardín, tamaño natural hasta las rodillas. Es muy gentil pero…» (Miércoles 13 de marzo de 1884)

Marie Bashkirtseff, retrato de Claire Canrobert, localización desconicida.

    Y, mientras transcurrían ya sus últimos tres meses de vida, Marie Bashkirtseff veía a los Canrobert  retomando el asedio:
«Estoy furiosa. Los Canrobert no me dejarán en paz hasta tanto les haga un cuadro para Claire. Es repugnante pero ya cometí esa debilidad el año pasado. ¡Oh, no me lo pedirán claramente! Pero me enviarán a Claire que me impedirá trabajar. ¡Es con rabia en el corazón que ahora me decido a dedicarle siete días! Si no lo hiciese, no tendré paz este invierno. Claire estará siempre aquí. Y cómo deshacerme de ella. Pero hecho su cuadro me desembarazaré fácilmente. No obstante es innoble y repugnante. ¡Es mi culpa! No queda más que decidirse y comenzar. ¡Qué rabia, rabia, rabia!» (Miércoles 23 de julio de 1884)
    Una semana más tarde las páginas del Diario de Marie Bashkirtseff ponen sobre el tapete otro de los intereses de los Canrobert en su relación con Marie.
«Creo que esto es parte del sistema de educación que la mariscala la da a su hija, ofrecerle entre otras una amiga extranjera. Son panoramas de distintos países y de distintas costumbres, ella quiere que Claire sea como los pequeños diplomáticos, sabiendo de todo, pudiendo hacer un croquis, hablar de Wagner, etc. Claire pasó sus exámenes en el Hotel de Ville. Está muy feliz de haber encontrado en mí un personaje extraordinario que inicie a su hija en una manera de ver que sea peculiar, que le hable de arte como artista y de lo cual ella retendrá todas las palabras que valgan la pena y será al mismo tiempo una chica extremadamente estirada, aunque haya leído a Zola, a Flaubert y todo. Y que jamás dirá una palabra que no debe ser dicha. En definitiva, Claire es una chica extraordinariamente perfeccionada, su madre le ha sugerido hasta las emociones, lo podría jurar.» (Miércoles 30 de julio de 1884)
    Seis años después de la muerte de Marie Bashkirtseff, Claire Canrobert se habrá de casar con Paul Louis Émile Fabre-Roustand de Navacelle (1861-1939) de quien sólo sabemos que fue capitán de navío y que en 1892 recibió la Legión de Honor en grado de Caballero, aunque desconocemos en mérito a qué. Tuvieron cuatro hijos entre los cuales Anne Augénie, la menor, destaca condecorada con la Medalla de la Resistencia en tiempos de la II Guerra Mundial. 1945 será precisamente el año de la muerte de nuestra Claire Canrobert, que vivió hasta los setenta y nueve años. 

    Ya sobre el final de su breve trayectoria, con ambos pulmones atacados anunciando el inminente desenlace y con una tos que nunca la abandonaba, Marie terminará por estallar.
«Tal vez las grandes manos blancas y los cabellos negros crespos de la mariscala me molestan… y las chiquilladas de Louis y el talle demasiado largo y demasiado flaco de Claire y el aire estúpido de Marcel. Sólo el mariscal es siempre simpático y admirable.» (Lunes 4 de agosto de 1884) «Claire no puede quererme. Sabe que hago su pintura y cuando me pincha mi serena ironía no se le escapa. [...] ¡Esa mariscala tan inglesamente admirable, con esa punta de estupidez de cabra que sólo se encuentra en los ingleses! ¡Y Claire, con su talle de croissant, un verdadero croissant visto de perfil!, ¡hasta cuando está sentada es desagradable! [...] La mariscala tiene la cabeza demasiado larga y demasiado grande como para tener gracia. Louis es el más gentil muchachito de doce años que se pueda encontrar. Pero Claire con su cabeza redonda, con sus cabellos de japonesa peinados a la japonesa y su miopía, sus ojos como ahuecados, sin nada alrededor como en los bebés… [...] ¡¡Y en la casa!! ¡Ah, miseria! ¡Oh, el campo! Las habitaciones demasiado pequeñas, los lavabos insuficientes, las ventanas demasiado chicas, las escaleritas oliendo a cosas… del campo, la pintura o el moho. ¡Y los jarrones de geranios! ¡El césped verde, el jardín francés! Sobre la ruta, con el silbido del tren, las fábricas. ¡Eso es el campo!
Jamás, jamás, jamás.» (Martes 5 de agosto de 1884)
     Pero esos arrebatos sólo vieron la luz a través de la pluma, de la tinta y el papel. Da la impresión de que la relación continuó sin alteraciones. La última mención de las Canrobert aparece dos meses antes de la muerte de Marie Bashkirtseff.
«Claire y la mariscala vinieron a pasar una hora aquí. Estuvieron en París para comprar un regalo de bodas para el joven Fleury.» (Martes 26 de agosto de 1884)
    Más tarde, a la hora de la selección de textos para la edición del Diario, todas esas incómodas explosiones de Marie Bashkirtseff resultaron pudorosamente censuradas por la tijera de madame Bashkirtseff.
    Claire Canrobert, «la más cercana de las amigas», jamás supo del verdadero lugar que terminó ocupando en los sentimientos de Marie Bashkirtseff. ⬜


© José H. Mito





Del Índice de personajes citados en el Diario de Marie Bashkirtseff.

Los Canrobert en el Glosario de la versión en español del Diario de Marie Bashkirtseff, de próxima aparición, actualmente en etapa de revisión general. La edición constará de dos volúmenes con un total de poco más de mil seiscientas páginas, de las cuales alrededor de cien estarán ocupadas por este índice de los miles de personajes citados —la mayoría mencionados sólo por el apellido— a los cuales en gran medida hemos podido identificar para este trabajo de traducción. La edición integral en francés del Cercle des Amis de Marie Bashkirtseff publicada entre 1995 y 2005 abarca dieciséis tomos. Esta versión en español es una selección de textos escogidos que representan un cuarenta por ciento del total, con una rigurosa continuidad narrativa, en la que se pretende rescatar a la verdadera Marie Bashkirtseff para el público hispanoparlante. 






Marie Bashkirtseff Dixit: «La vida es tan corta y tan raramente bella que hay que atrapar lo que se pueda.» (Domingo 14 de mayo de 1876)




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